LA CIENCIA COMO HABITUALIDAD, Y SUS RIESGOS INHERENTES: ESTUDIO ACERCA DE LOS CONFLICTOS RELACIONADOS AL CARÁCTER TRADICIONAL DE LA CIENCIA EN "EL ORIGEN DE LA GEOMETRÍA" DE HUSSERL
Science as habituality, and its Inherent Risks: A Study Regarding the Conflicts Related to the Traditional Nature of Science in Husserl's "The Origin of Geometry"
Luciano Mascaró
Universidad Católica de Argentina
Conicet, Ubacyt, Ancba - Argentina
lcnmascaro@hotmail.com
Recibido: enero 2012 aprobado: junio 2012
RESUMEN
Esta exposición posee un doble propósito: 1) se intentará sugerir una interpretación del carácter tradicional de la ciencia como una modalidad social de la habitualidad del ego, surgida de la sedimentación de adquisiciones exitosas. 2) se procurará examinar los riesgos y beneficios que derivan del carácter tradicional y habitual de la ciencia. Como beneficios, destacaremos la posibilidad de transmisibilidad de los saberes y la no-necesidad de una reconstrucción permanente de los actos fundadores de sentido. En cuanto a los riesgos, estudiaremos el progresivo olvido de la fundación originaria, y consiguiente peligro de despeñamiento de una ciencia en la irracionalidad, así como también la perniciosa reificación de las formas ideales, y su tendencia a autoproclamarse como el fundamento del suelo vital, desencadenando un menosprecio del mundo de la vida, en el fenómeno llamado Substruktion.
Palabras clave: Ciencia, Sedimentación, Husserl, Habitualidad, Substruktion.
ABSTRACT
This exposition has a twofold purpose: 1) we will attempt to suggest an interpretation of the traditional nature of science as a social form of the habituality of the ego, which results from the sedimentation of successful acquisitions. 2) We will seek to examine the risks and benefits derived from the traditional and habitual nature of science. As benefits, we highlight the possibility of transferability of knowledge and the non-necessity of a permanent reconstruction of the meaning-founding acts. Regarding the risks, we will study the progressive forgetting of the original foundation and the consequent danger of the drop of a science into irrationality, as well as the pernicious reification of ideal forms, and their tendency to proclaim themselves as the foundation of the vital soil, triggering an underestimation of the Life-world, in the phenomenon called Substruktion.
Key words: Science, Sedimentation, Husserl, Habituality, Substruktion.
Introducción
La siguiente exposición posee un doble propósito: Por un lado se intentará sugerir una interpretación del carácter tradicional de la ciencia como una modalidad social de la dimensión habitual del yo. Para ello será necesario introducirse oportunamente en ambos ámbitos: en primer lugar seguiremos a Husserl en el estudio de la tradicionalidad de la ciencia y su perfil eminentemente histórico, haciendo hincapié en la permanencia y operatividad de los desarrollos pasados en el presente. Luego desarrollaremos la noción de sedimentación, concepto bisagra entre los ámbitos que 26 intentamos relacionar; en efecto, tanto en la ciencia como en la habitualidad puede destacarse un movimiento de acumulación de las praxis exitosas, que actúan como anticipatorias de experiencias futuras, por vía de la transferencia de sentido. A continuación, nos introduciremos en la estructura de los horizontes de familiaridad del yo, de donde obtendremos un modelo que será aplicado, por último, a la naturaleza sedimentada de la ciencia, para completar nuestra propuesta interpretativa sobre el tema.
El segundo propósito consiste en examinar los peligros y beneficios que derivan del carácter tradicional y habitual de la ciencia. Como beneficios, destacaremos la capacidad de transmisibilidad de los saberes y consecuente conformación del ideal de progreso, además de la no-necesidad de una reconstrucción permanente de los actos fundadores de sentido. En cuanto a los peligros, se intentará explicitar las consecuencias inherentes al exceso de sedimentación: Estudiaremos el alejamiento de la protofundación y consiguiente riesgo de despeñamiento de una ciencia en la irracionalidad, así como también la perniciosa reificación de las formas ideales, huérfanas de basamento empírico; oportunamente, reflexionaremos acerca del fenómeno de la substrucción [Substruktion], por medio del cual el orden de fundación de la ciencia en la experiencia vital resulta invertido, proceso que concluye en el menosprecio del mundo de la vida.
El carácter tradicional de la ciencia
La pregunta que motiva la investigación de Husserl en "El origen de la geometría" podría formularse en los siguientes términos: ¿qué tipo de entidad tienen las formas geométrico-matemáticas?, ¿de donde obtienen el ser-a-perpetuidad que las caracteriza?, y fundamentalmente, ¿cómo es hoy posible lidiar con la inaccesibilidad de los actos fundantes de producción, que permitan acreditar el sentido originario de los entes y proposiciones de la geometría?
Con ocasión de la pregunta retrospectiva por la protofundación de la geometría, Husserl estudia el proceso por el cual toda ciencia se configura como tal por medio de la fundación, transmisión y sedimentación de sentido. Su cuestionamiento lleva a Husserl a explicitar el carácter tradicional de toda manifestación no sólo científica, sino cultural en general. Toda ciencia es eminentemente histórica, se mueve, como toda actividad humana, en el interior del a priori de la historia. La ciencia proviene de un linaje de producciones espirituales, obra de individuos que, ya sea sirviéndose de los puros materiales aún no informados por el espíritu, o basándose en las adquisiciones de sus antecesores, fueron erigiendo el edificio epistemológico, con un sentido de pertenencia y unidad en la tarea.
El pasado de la ciencia no es reprimido por cada nueva adquisición; por el contrario, el depósito de producciones anteriores posibilita y brinda el marco material y teórico para nuevas manifestaciones del espíritu. De este modo cada paso de formación de sentido, es percibido como aporte inscripto en una cierta teleología implícita de construcción del complejo semántico. Según el ideal, las proposiciones no han de renegar unas de otras, sino coincidir en un acrecentamiento del saber en torno a un área del mundo, se trata de una progresión de conocimiento que actúa como horizonte. La teleología de la ciencia se expresa, entre otras cosas, en la minuciosidad aplicada a la confección de sus proposiciones: el cuidado terminológico manifiesta una contienda orientada al destierro de la ambigüedad, que cristaliza el ideal de que todo lo que sea enunciado científicamente, se diga de una vez y para siempre, y aún más, que sea válidamente convertible en experiencia por cualquier observador futuro. Cada nueva investigación tiene en cuenta, aunque sea implícitamente la proyección venidera de sus resultados, y la empleabilidad de los mismos por parte de los próximos participantes del circuito.
En esta aproximación la ciencia es comprendida como tradición. El pasado no se disuelve sino que permanece operante en cada nueva elaboración de sentido como una síntesis continua donde las adquisiciones forman una totalidad, que funciona como premisa total para las adquisiciones de la etapa siguiente.1
El sentido se funda en el sentido. El carácter tradicional de la ciencia asegura la transmisión válida de contenidos proposicionales, lo cual garantiza a su vez la correcta fundación de las nuevas elaboraciones espirituales, y la ampliación cimentada de la edificación epistemológica. Si los productos espirituales de una etapa anterior son recibidos válidamente, es decir, si su evidenciación es accesible por cualquier especialista, pueden constituir el suelo desde el cual se avanza hacia nuevas elaboraciones. Por tanto, este carácter tradicional cumple a su vez, una función fundamental: vuelve innecesaria una reelaboración total de los antecedentes productivos de la tarea actual, dispensa de una reproducción completa de los resultados, y al hacerlo, habilita al científico a entregarse exclusivamente a producciones novedosas. La tradicionalidad de la ciencia, que redime al científico de una constante justificación de su procedencia, posibilita el ideal de "progreso"
Sedimentación y reactivación de sentido
La ciencia experimenta un proceso de sedimentación: una acumulación de resultados que otorgan un marco y modelo semántico apto para la recepción y análisis de nuevos fenómenos. El pasado extiende su influencia en el presente, y actúa como preparatorio para el futuro. Mientras el éxito de las producciones se mantenga de modo sostenido, los nuevos resultados encontrarán apoyo en los previos, y a su vez fundamentarán formaciones posteriores. El pasado se manifiesta en el presente en el modo del horizonte. Las previas formaciones de sentido no se encuentran actualmente validadas en su evidencia, pero pueden serlo. Ciertamente la sedimentación dispensa de una reelaboración de todo el circuito de sentido, pero sólo bajo la promesa de que la proto-fundación de sentido podría ser reconquistada en su evidencia y valor, en el momento que fuera necesario, mediante un proceso de reactivación. El movimiento de sedimentación encuentra su paralelo en el proceso de reactivación de sentido: Las premisas pueden ser recibidas pasivamente como mero dato, el cual llanamente se comprende, y sirve de material para lo novedoso; un científico puede trabajar extensamente, inmerso en esta comprensión pasiva.2 Sin embargo, queda suspendida la pregunta por el acto intuitivo que diera origen a aquellas producciones. Mediante la reactivación, las premisas son reconducidas al acto originario de intuición del cual son producto, el punto en el cual el objeto fue dado "en carne y hueso". La reactivación válida va acompañada de evidenciación, en este caso, la conciencia de la identidad entre lo mentado y lo actualmente producido, es decir, la coincidencia entre reproducción y producción originaria. La ciencia atiende a la univocidad de lo expresado, para facilitar el proceso de reactivación, funcionando como una comunidad de conocimiento que vive en la unidad de una responsabilidad común, que velará por que lo enunciado en premisas sea indefinidamente reproducible en la identidad, y propenso de ser reactivado en su sentido auténtico. En las ciencias descriptivas, el interés teorético se mantiene dentro del ámbito de lo intuíble sensiblemente, luego, cada proposición debería poder ser trocada en evidencia intuitiva. Diferente es la condición de las ciencias deductivas, objeto de la obra a la que se dirige esta investigación.
Sedimentación y reactivación expresan el carácter histórico de toda ciencia. Husserl insta a un retorno a la consideración de los actos históricos que posibilitaron el surgimiento de una disciplina, es necesario combatir la escisión entre origen epistemológico y origen genético ya que cada formación cultural dice referencia a un horizonte histórico de implicación mutua entre formación de sentido, y sedimentación de sentido originarias. En relación con la problemática surgida de la consideración del doble origen de una disciplina, resulta paradigmático el caso de la geometría, objeto de la obra que analizamos. Por ello, nos dedicaremos a continuación a rastrear los conflictos inherentes al olvido de la fundación histórica en la consagrada ciencia del espacio puro.
Lebenswelt y Substruktion
La posibilidad de reactivación de los actos fundadores de sentido es precisamente lo que convierte a la geometría en una cuestión problemática: la protofundación y las archipremisas se han vuelto tan inaccesibles, y el escenario ha llegado a estar tan dominado por la praxis exitosa, que se vuelve necesaria una reconstrucción del circuito, orientada por una pregunta retrospectiva por la fundación originaria; de lo contrario, la geometría se ve amenazada de quedar vaciada de sentido, y sucumbir a la irracionalidad. La actividad de simplificación aplicada a la transmisión de las conquistas de la geometría ha generado un olvido del suelo originario que sirviera de fundamento para la aparición de semejantes estructuras, y del proceso genético de producción de sentido. La transmisión de las estructuras ideales se ha independizado en un grado tal de las condiciones de posibilidad de su formación, que dichas entidades parecen haberse revestido de una cierta sustancialidad de derecho propio, un estatus desde el cual la comunidad científica adjudica a los principios de la geometría la capacidad de regir y dictaminar sus límites por sobre el mundo de la vida [Lebenswelt], olvidando que es precisamente este suelo vital, el ámbito desde el cual las producciones del espíritu obtienen su acreditación originaria, su primigenia justificación intuitiva.
Todas las formaciones del espíritu encuentran su raíz en una experiencia originaria (incluso las experiencias más primarias del yo pueden remontar su posibilidad a la constitución de un basamento pre-yoico, compuesto de una serie de tendencias y pulsiones, tales como las de mundanización y volición). La repetición de la experiencia y la convergencia de los perfiles anticipados, rememorados e intuidos van configurando la tipicidad de los entes con los que la experiencia se relaciona cotidianamente y convierten la simple y llana percepción sensorial en apercepción, la cual introduce un excedente, aportado por las estructuras yoicas constructoras de sentido. En el caso de las formas geométricas, la vivencia convergente de una multiplicidad de objetos parece orientarse hacia ciertas formas unificadas, capaces de reunir la totalidad de los aspectos comunes a las diversas experiencias. De este modo, una pluralidad de vivencias, obtenidas del suelo experiencial del mundo de la vida, llega a sugerir a la conciencia un conjunto de formas ideales, a las cuales todas las experiencias de figuras empíricas parecen tender. De este modo surge la idea de "círculo" de la observación empírica, repetida y convergente, de figuras circulares. Aquellas formas ideales sólo pueden ser captadas por un tipo especial de percepción, de tipo categorial.3
La geometría como discurso científico y deductivo sobre las estructuras ideales, surgidas de la percepción empírica de figuras, contornos, superficies y volúmenes, además de sus propiedades y sus relaciones, se encuentra integrada por aquellas formas ideales a las que las vivencias mundanas apuntan como a su realización máxima. Sin embargo, en tiempos de la anunciada "crisis de las ciencias europeas", asistimos a un pernicioso proceso de inversión de los momentos de la fundamentación mundo-ciencia que tiene lugar entre los saberes epistémicos y las experiencias obtenidas de la Lebenswelt. El proceso por el cual los términos de la fundamentación se invierten y las formaciones ideales de la ciencia aparecen como causa y fundamento de las formas del mundo circundante, es denominado por Husserl Substruktion.
La Substruktion emerge del olvido de la lógica de fundación del sentido, es decir, de una ruptura en el mecanismo histórico -y, por ello, tradicional- de fundamentación-sedimentación-reactivación. Se trata de una actitud de menosprecio y subestimación del mundo de la vida, que encuentra sus raíces en el proyecto moderno, de ascendencia galileana y cartesiana, de matematización de la naturaleza.4 Como consecuencia de aquel proceso de inversión, la experiencia mundana será interpretada como imperfecta o incompleta, puesto que no se apega a las formas ideales, a las que, según se juzga, debería asemejarse. El mundo de la vida, poblado de figuras imperfectas, de contornos irregulares, de aristas torcidas y principios variables, pasa a ser objetivo del proyecto rectificador de la ciencia desarraigada, que procurará moldear el mundo según aquellas estructuras ideales, las cuales, se olvida, han surgido como una posibilidad extrema de su propia constitución mundana.
La sentencia de imperfección, arrojada sobre la Lebenswelt, provoca el menosprecio de la experiencia cotidiana, y, fundamentalmente, amenaza con el vaciamiento de sentido del conjunto de proposiciones que conforma una ciencia. Con un sentido paradojal, el menosprecio de la Lebenswelt, y la consideración de la superficialidad de un regreso al suelo vital, colocan a las ciencias en el camino de la irracionalidad, ya que interrumpen ellas mismas el circuito de reactivación de sentido de las conquistas epistémicas, alejándose voluntaria, aunque ciegamente, de las instancias de proto-fundación que diera lugar a cualquier discurso tematizante acerca del mundo.
Los triángulos no existen
El olvidadizo alejamiento de las archipremisas y actos fundadores amenaza con dejar a la ciencia huérfana de sentido, y, sin embargo, libre para su operar y regir sobre el mundo. Las formaciones ideales se independizan de su origen genético en el mundo de la vida, y cobran una inédita autonomía.
La krisis comienza cuando el cotidiano habitar en el mundo juzga a las vivencias surgidas del mundo de la vida como casos imperfectos de las formas ideales, en lugar de considerar a las formas ideales como casos límite de las experiencias mundanas. En efecto, al respecto de la transmisión del saber geométrico, Husserl se expresa de la siguiente manera, "La ilustración sensible de los conceptos por las figuras dibujadas, reemplaza el producir efectivo de las protoidealidades".5 Como consecuencia de este proceso de simplificación en la transmisión de los productos de la idealización científica, los conceptos ingresan en un circuito de reificación, por medio del cual adquieren una cierta entidad sensible, de la cual cada caso mundano parece ser nada más que una aproximación inconclusa.
El olvido del suelo originario conduce a la paradojal reificación de formaciones que, por derecho propio, sencillamente no pueden jamás ser objeto de una intuición de tipo sensible. El mundo de la vida comienza a poblarse de las que se consideran versiones sensibles de las formas ideales, versiones que desplazan a las variantes mundanas en su sentido de realidad y prioridad. Muy lejos ha quedado de esta actitud el recuerdo de los actos fundadores que dieran origen a los conceptos y su sentido de perfección. Esta postura desconoce el hecho de que semejantes formaciones son sólo accesibles para una intuición categorial, de que el mundo sólo puede aparecer como imperfecto ante la mirada invertida de la Substruktion, y, por sobre todo, de que en el mundo no existen los triángulos.
Las entidades geométrico-matemáticas no existen en el sentido Heideggeriano de algo que está- ahí ante los ojos [Vorhandenheit], o algo a la mano, dispuesto para su utilización práctica [Zuhandenheit]. Los triángulos no existen en el mismo modo en que existe el delta del río Nilo, o una antigua punta de flecha. No existen en el sentido de algo con el cual el cotidiano habitar pueda vérselas para llevar a cabo sus proyectos.
Si permanecemos fieles a los postulados de la geometría euclidiana (la más cercana al mundo de la vida, por su carácter intuitivo), deberemos coincidir en que un triángulo se define como el polígono formado por tres rectas que se cortan dos a dos en tres puntos no alineados, deberemos aceptar que las rectas son nada menos que una longitud sin extensión, una sucesión infinita de puntos, y, finalmente, deberemos afirmar que el punto es una figura adimensional, aquello que no posee extensión. Comprenderemos entonces que ninguna figura sensible será capaz de dar cuenta alguna vez de la noción de triángulo, de punto, recta o plano. Nos encontraremos perplejos ante la eminente idealidad de estas formaciones categoriales. Incluso la representación ilustrativa y perceptual en la imaginación de un triángulo como figura de tres lados, tres ángulos interiores y tres vértices, defrauda a la noción ideal y pura de dicha figura, la cual, según su propia definición, debe estar compuesta por rectas (sucesión infinita de entidades inextensas) y puntos (entidades adimensionales). El triángulo ideal (el único triángulo genuino), si somos respetuosos de su definición, no es representable sensiblemente, luego, sólo se vuelve accesible a una percepción categorial, la cual simplemente no posee a lo visible como su objeto.
El triángulo nombra una estructura de tipo ideal, surgida de, y sugerida por la repetición y sedimentación de intuiciones y presentificaciones de espacios y entidades vividas que se presentan como triplemente limitados, con las cuales la experiencia se encuentra en el mundo de la vida. Cualquier representación del triángulo lo traiciona en su efectiva contextura. Lo que existe (en tanto Vor- o Zuhandenheit) son las parcelas de tierra limitadas por ríos, piedras, o el campo lindante; lo que efectivamente está-ahí es el delta en el cual el río se divide en dos direcciones. El mundo no se asemeja al triángulo, sino que el triángulo se asemeja al mundo. Aquí encuentra Husserl la vía de acceso que responde a la cuestión del origen de la geometría, y la posibilidad de la reactivación del sentido de sus construcciones.
En efecto, fue primero necesario un método pragmático -surgido de las exigencias del mundo de la vida socialmente compartido- que fuera capaz de delimitar los espacios surgidos de la división de los terrenos de cultivo, para permitir y fundamentar el desarrollo de dicha actividad cotidiana en dirección de una disciplina que, realizando una abstracción de los datos particulares, se apoderase de las formas ideales, a las cuales dichos espacios vitales parecen orientarse. La geometría, la disciplina del espacio puro, y la variación de sus formas categoriales, emerge como un caso límite de la agrimensura, el saber pragmático de separar los territorios del vivir cotidiano.6 La fundación de sentido de las proto-idealidades es ciertamente reconquistable, pero ha quedado tan alejada en el tiempo, y, fundamentalmente, relegada en el escenario del interés científico, -dominado por la praxis exitosa y la conversión algebraica de los principios geométricos- que se vuelve necesaria una reflexión fenomenológica acerca de la historia (en tanto mecanismo de fundación -sedimentación- reactivación de sentido), que reconduzca a las idealidades de las ciencias deductivas a su correcto ámbito, cumpliendo el objetivo husserliano de combatir la escisión entre origen genético y origen epistemológico.
Sólo ante una mirada que se olvida del origen genético de las ciencias deductivas puede el mundo de la vida comparecer como "imperfecto". La constatación de que las estructuras ideales simplemente no se encuentran en el mundo, sino que son producto de una variación surgida de una conciencia que se deja seducir por el sugerente llamado de las formas límite, debería servir para devolver a la Lebenswelt su papel prioritario y fundador. Ciertamente, el mundo no es imperfecto, la perfección habita en el plano de las idealidades, la crisis comienza cuando la explicación ideal es confundida con el hecho mismo, cuando desde aquellas alturas, el plano categorial regresa sobre el suelo vital para forzarlo a acomodarse a sus parámetros formales.
Habitualidad y sedimentación
Habiendo repasado brevemente el carácter tradicional e histórico de la ciencia, y luego de detenernos en el análisis de algunos de los peligros inherentes al olvido de la fundación de dichos saberes en el mundo de la vida -a saber, amenaza de irracionalidad y Substruktion-, estamos en condiciones de dedicarnos a exponer las líneas generales de la dimensión habitual de la conciencia, en un intento por sugerir una interpretación de la tradicionalidad de la ciencia como un modo social de la habitualidad.
La fenomenología genética estudia retrospectivamente el proceso temporal por el cual se configura el sentido de los objetos que se ofrecen a la experiencia, y la transferencia de aspectos de la experiencia pasada a las nuevas vivencias de objeto. En este ámbito, al igual que en el plano de la historia, el pasado no se disuelve al ser superado por las nuevas experiencias, sino que permanece operante en el modo del horizonte. Los actos pretéritos de conciencia van conformando un depósito desde el cual se realiza una transferencia de sentido a las nuevas operaciones del yo. Nada en el fluir de la conciencia es absolutamente nuevo. El objeto ofrecido a la percepción 34 siempre nos ha sido pre-dado, puesto que ya lo poseemos perfilado en el modo de horizonte habitual.
Las experiencias pasadas sedimentan y conforman un saber habitual, desde el cual es posible anticipar objetos, juicios, efectos. Las experiencias sedimentan a condición de la manutención de la validez, es decir, la confirmación en cada sucesivo acto intuitivo de lo anticipado por actos anteriores. En cada caso, lo transferido desde el depósito habitual son aprehensiones, interpretaciones o donaciones de sentido y explicitaciones del horizonte interno o externo del objeto. La transferencia de sentido ocurre en virtud de la semejanza de la situación presente y la pasada. El carácter habitual de la conciencia, simplifica la tarea del yo que realiza actos intencionales o se expone a nuevos objetos, volviendo innecesaria una originaria atribución de sentido ante cada acto de intuición. El yo se sirve de sentidos ya atribuidos exitosamente, y los transmite a experiencias inéditas.
El yo es afectado por una pasividad primaria ante los datos hyléticos que pasarán a configurar el nóema; pero a su vez, se ve también afectado por una pasividad secundaria: la de la familiaridad o habitualidad, formada por aquellos actos anteriores que han sedimentado en el yo, y que se vuelven para él una adquisición permanente.
Como pudo verse, el ámbito en el que se despliega la geometría se encuentra integrado por las formas límite a las cuales los objetos empíricos parecen apuntar, estructuras de carácter formal que se independizan del correlato empírico que les diera origen, adquiriendo de este modo una aplicabilidad infinita. Así se constituye un discurso deductivo acerca de las formas límite y sus propiedades. Como punto culminante, la variación aritmética de la geometría efectiviza el último grado de separación de las estructuras límite con respecto al fundamento empírico que les diera origen, llevando su infinitud y aplicabilidad a un nivel sin precedentes.
Ahora bien, es posible un tipo de forma límite que no incurre en un olvido de su radicación en el mundo de la vida, una forma que, si bien permite la aplicabilidad a un infinito número de casos, dice siempre una relación intrínseca con el objeto empírico, y, por ende, con el habitar cotidiano; se trata de la forma típica. Los caracteres típicos de un objeto surgen del mismo mecanismo que conforma el horizonte de familiaridad, y, últimamente, la dimensión histórica de las producciones humanas, esto es, la sedimentación de sentido. La convergencia de múltiples experiencias en torno a objetos concordantes va configurando una cierta caracterología anticipable, que representa los cimientos desde donde se prevén experiencias futuras o se rememoran las pasadas.
En su totalidad, la tipicidad de los objetos y de sus comportamientos se articula en la vivencia unitaria del estilo empírico del mundo de la vida, con sus marcas de causalidad y regularidad. Una vez más, nos encontramos ante el fenómeno de la sedimentación de sentido originando un horizonte que predelinea la experiencia futura.
Ciencia como habitualidad (conclusiones)
Las siguientes conclusiones constituyen una extrapolación de las reflexiones de Husserl acerca de la geometría hacia el ámbito de la ciencia en general. Está claro que al interpretar a la ciencia como una modalidad social de la habitualidad, tomamos este último concepto en un sentido amplio, prescindiendo del carácter eminentemente yoico y pragmático de los esquemas familiares. En efecto, la habitualidad está constituida por sedimentación de la praxis del yo, y retorna sobre esta misma praxis (se mueve desde actos hacia actos, de percibir, de juzgar, de atribuir, de negar, de anticipar). Sin embargo, existen una serie de lineamientos que asemejan el funcionamiento de la ciencia con el de un depósito habitual operante.
En primer lugar, el horizonte de habitualidad exime al yo de una originaria atribución de sentido al encontrarse ante el objeto de cada nueva experiencia, ya que puede recurrirse a los actos anteriores y exitosos, y transferir su sentido a la nueva situación. Del mismo modo, la ciencia, como complejo sedimentado de proposiciones, actos y materiales, estará siempre allí, como un trasfondo actuante en la labor del especialista, quien queda dispensado de realizar una justificación retrospectiva del sentido válido de las premisas hoy producidas. No será necesario un regreso a la proto-fundación de sentido, (siempre y cuando la accesibilidad de la misma no se vea comprometida) así como no será necesario un acto originario de apercepción cada vez que un objeto es ofrecido a nuestra experiencia.
En otro sentido, los horizontes de familiaridad permiten una anticipación de objetos y estados de cosas, volviéndose así la condición genética de retenciones y protensiones. Las determinaciones estables de objetos van configurando tipos empíricos, con funcionamientos previsibles. Anticipamos la experiencia en virtud de una inducción originaria que se consolida y acredita en los casos convergentes, desde aquí se aguarda la experiencia futura, y se configura un horizonte inductivo, el "estilo inductivo del mundo". Paralelamente, la ciencia se sirve de producciones anteriores como premisas para adquisiciones posteriores; en virtud de lo ya adquirido se anticipa y predice la experiencia futura, cada hecho empírico es ingresado en un esquema habitual de sentido e interpretado como manifestación particular (potencialmente infinita en sus variaciones) de dicho complejo, el funcionamiento de un fenómeno viene predelineado por el depósito de premisas exitosas al respecto, o incluso más, el sistema semántico y tradicional de las proposiciones de la ciencia instruyen al científico en la interpretación de lo que se le ofrece simplemente a la percepción.7 En último término, la ciencia se dedica a tematizar las generalidades empíricas, resultado de la sedimentación de la experiencia del yo, y el estilo causal e inductivo del mundo de la vida.
Además, la ciencia puede considerarse una forma de pasividad, análoga a la dimensión habitual del ego. Es posible una recepción de formaciones, sin reactivación del acto productor de sentido, de hecho, esta recepción pasiva posibilita el avance de la investigación hacia nuevos horizontes, otorgando una tregua al científico en lo que respecta a la justificación genética del sentido. Como consecuencia, esta recepción pasiva de los triunfos sedimentados posibilita el progreso en la edificación epistemológica. En ambos casos -habitualidad y ciencia-, la dimensión de familiaridad se delinea como un trasfondo de conocimientos adquiridos, y en ambos ámbitos, la interpretación de la experiencia actual está mediatizada, o sugerida por experiencias anteriores. Sin embargo, toda sedimentación responde a una institución originaria. Del mismo modo que existe una proto-fundación de sentido para las formas espirituales que componen la construcción epistémica, existe una dimensión pre-yoica instintiva que prevé y posibilita toda experiencia de objeto; la simple expectativa de un sujeto de determinaciones, o la simple vivencia del "yo puedo", funcionan aquí como las archipremisas latentes, protectoras del sentido de toda elaboración posterior, premisas cuya reactivación es posible, pero prescindible en el vivir cotidiano.
Por último, y cumpliendo con el objetivo de explicitar los riesgos inherentes a la hipertrofia del carácter habitual de la ciencia, se vuelve necesaria una aclaración: La ciencia constituye un fenómeno marcado por la tradicionalidad, y, por ello, encuentra su condición de posibilidad en el a priori de la historia, y su circuito de fundación-sedimentación-reactivación de sentido. La ciencia, como toda otra producción cultural, no puede escapar a la historia, ni a la acumulación de sus adquisiciones. Corresponde al desarrollo de toda ciencia la profundización de sus premisas acerca del mundo, sobre la base de (u ocasionalmente, en conflicto con) lo ya adquirido. Sin embargo, en esta misma tradicionalidad late el riesgo del olvido de la fundación del discurso científico en el mundo de la vida. La no-necesidad de reactivación continua del sentido, y la absolución de un permanente regreso a los actos de proto-fundación, no debe conducir a una confusión de las adquisiciones con el suelo originario del cual ellas provienen. Si los actos fundadores, las necesidades que volvieron imprescindible el surgimiento de una cierta disciplina (sobre todo de tipo deductivo) quedan demasiado sumergidas en el pasado y, en el presente, resultan ensombrecidas por el triunfo de la praxis repetitiva o el mero cálculo formal desarraigado del mundo, la amenaza vigente es que dichas conquistas acaben por ser confundidas con la versión más real del mundo empírico del cual alguna vez surgieron.
De este modo, el mundo llega a ser considerado un caso imperfecto de la forma ideal, en lugar de interpretarse a la forma ideal como un caso límite del mundo de la experiencia. El peligro no se halla en la lucha de cada saber por consolidar su independencia, por la formación de sus propios métodos y cánones, por el establecimiento de su autonomía y expansión hacia nuevos ámbitos, tampoco es en sí mismo amenazante el avance en la abstracción de los conceptos operantes, y su progresiva separación de los correlatos empíricos. El peligro yace en que dicho progreso se convierta en usurpación del mundo de la vida por medio de la Substruktion. La crisis comienza cuando un saber reclama para sí todo el valor de realidad, junto con la capacidad de otorgar la única visión certera sobre todos los aspectos del mundo de la vida.
Pie de página
1Cfr. HUSSERL, 1976, p. 367.Referencias Bibliográficas
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_____ (2006). Meditaciones cartesianas. Madrid, Tecnos.
_____ (1976). Die Frage nach dem Ursprung der Geometrie als Intentional historisches Problem, en: E. Husserl, Die Krisis der europäischen Wissenschaften und die transzendentale Phänomenologie. Eine Einleitung in die phänomenologische Philosophie, Kluwer, Den Haag, (Husserliana VI) pp. 365-386.
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