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La revolución filosófica del siglo XVII es indisociable de la nueva ciencia y de la nueva forma de ver las cosas. Así, cuando Galileo ve caer un cuerpo, ya no se pregunta «¿por qué (dióti)?», sino «¿cómo?» cae ese cuerpo. Rechazando el Organon aristotélico, nuestros filósofos utilizaron las herramientas conceptuales que les proporcionaban las nuevas matemáticas, la física y la astronomía en cuanto a la estructura del universo y la naturaleza del conocimiento. Sin embargo, la «liberación» no se logró sino después de muchos rodeos, y aunque el término «matemáticas» sirvió de catalizador a los enemigos del silogismo a partir del siglo XVI, la estructura aristotélica de la ciencia estaba lejos de haber desaparecido.

Margot, J.-P. (2001). El Método de Descartes. Praxis Filosófica, (12), 181–206. https://doi.org/10.25100/pfilosofica.nsv0i12.15344